La soberanía del mérito
Artículo escrito por Enrique Martín
Publicado por opoveda
martes, 07 de enero de 2014 a las 16:41
Pocas veces se presta atención a la raíz ética de la crisis que padece nuestro país y, con él, nuestra provincia. Sin embargo, parece evidente que para crear riqueza y empleo no sólo hay que aplicar una determinada política económica: hay que cambiar también nuestra escala de valores. Todas las doctrinas políticas que han sido formuladas a lo largo de la historia constituyen un debate sobre la preeminencia de los derechos del individuo frente al grupo y viceversa. A mi juicio, sin embargo, no existe esta dialéctica. Los individuos crean las sociedades para su mutuo auxilio y las sociedades, una vez estructuradas, forman a los individuos para beneficiarse de su talento y de su esfuerzo.
Así pues, las sociedades maduras aspiran a una cierta simetría o reciprocidad entre las responsabilidades de la colectividad y los individuos. Este equilibrio obliga a evolucionar desde un modelo de Estado paternalista, que subsidia la dependencia de los ciudadanos, a otro que promueva su plena emancipación. Desde un modelo de subvención relativamente indiscriminado a otro de incentivo en función de la aportación de valor de cada individuo. Pero dejémoslo claro para excluir toda demagogia: fomentar la responsabilidad individual no es solo dar poder a los individuos para que asuman la responsabilidad sobre su propio destino, sino también la cuota de responsabilidad que les corresponde sobre el destino de sus convecinos. No significa abandonar a los individuos a su suerte, sino apoderarles para que señoreen su propia vida. Un liberalismo responsable no trata, en suma, de acabar con el estado de bienestar ni con las conquistas sociales, sino muy al contrario hacerlos viables gracias a la iniciativa individual.
A mi juicio, sólo podremos avanzar en la solución de esta crisis merced a tres principios básicos: la soberanía del mérito, la corresponsabilidad de los individuos y la verdadera igualdad, que es distinta del igualitarismo, pues mientras la una nos sitúa a todos en el mismo punto de partida, el otro impide que cada cual alcance el límite de sus posibilidades. Debemos liberar las energías creativas de los individuos precisamente para ponerlas al servicio del interés general, alcanzando la verdadera transformación pendiente: la aristocracia del mérito. Frente a los modelos de éxito fácil, necesitamos recuperar una ética del trabajo y de la responsabilidad social, necesitamos la ciencia frente a la obsolescencia, el emprendimiento frente a desistimiento, la acción frente a la resignación.
Enrique Martín.
Presidente del Centro Europeo de Empresas Innovadoras(CEEI) de Elche.
07/01/2014 16:41 | opoveda