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La cultura como palanca de competitividad y pieza clave en el impacto y sostenibilidad de las organizaciones

Un artículo escrito por Miguel Pérez - Managing Director Tuakiri

TUAKIRI

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Publicado el viernes, 23 de abril de 2021 a las 10:24

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Webinar "Conecta tu cultura y valores con tu estrategia de negocio. Método TRANSCEND"

Empecemos por lo básico: ¿qué es transcender? Fundamentalmente significa “ir más allá de algo” y, la parte positiva es que, esa voluntad de mejorar que tenemos en el ADN es la que nos ha llevado a una historia de transformación constante en la manera de entender y gestionar nuestras empresas. Transcender supone también ‘tener impacto o generar consecuencias más allá del lugar donde algo se produce’, porque el deseo que tenemos los seres humanos de dejar huella, siempre forma parte del propósito cuando se trata de generar procesos de cambio.

Este concepto nos tiene cautivados, y llegado el momento nos dimos cuenta de que muchos de los proyectos que hemos vivido en nuestro pasado y presente profesionales tenían mucho que ver con él, y con la necesidad de evolucionar nuestro propósito corporativo para seguir impactando con nuestra propuesta de valor. Por qué la otra opción es quedarse quieto, y eso es algo que está fuera de toda discusión, ya que en un camino coherente (o tal vez no, también pasa) siempre tratamos de seguir aportando y compartiendo valor.

Y si eso ocurre, siendo el ciclo de vida por el que avanzan nuestros negocios algo iterativo, ¿nos hemos parado a pensar si la cultura también evoluciona en sintonía? Porque seamos sensatos, no son pocos los ejemplos que conocemos en los que una organización que está en plena fase de escalado pone la mirada en avanzar, perdiendo un poco de vista que en ese viaje llevan consigo una gran maleta que contiene creencias, valores, formas de actuar, en definitiva: un conjunto de personas que necesitan entender e interiorizar esos procesos de cambio. Sí, seres humanos, con sus miedos, desconfianzas, estereotipos, maneras de ser; cualidades que no siempre se adaptan a la velocidad del negocio si no se pone foco en que eso pase. 

Las personas son el catalizador de las organizaciones, pueden acelerar o frenar su evolución sino se genera la confianza adecuada.

Pensemos en una fusión entre dos compañías del mismo sector, por ejemplo, pongamos el sector telecomunicaciones para focalizar mejor el escenario. Seguro nos vienen a la cabeza todas esas personas implicadas, algunas con desconcierto sobre qué será de su posición, otras pensando en cómo responderán las dudas a los clientes, que tipo de formación o productos van a tener que comercializar; se ve claro ¿verdad?

Si las personas que lideran esa transición sólo pensasen en el resultado final y las consecuencias que va a generar esa acción, puede que se dejen algunas piezas clave por el camino. Y quizás este sea un ejemplo muy evidente, pero la verdad es que ese reto cultural que supone incorporar dos realidades distintas, ocurre en muchas otras situaciones y/o condiciones de nuestros negocios, y la gente necesita entender hacia dónde va.

Son muchos los componentes que están detrás de una marca, que todos entendemos y valoramos a la hora de generar una relación de confianza con ellas. Palancas como la autenticidad y el respeto a la tradición, la transparencia, la credibilidad se convierten en piezas clave en un tablero donde según los movimientos que hagamos podemos ganar o perder la partida con nuestro cliente o consumidor final.

Pero, igual que tenemos personas target hacia los que orientar esos elementos de la propuesta de valor, ¿somos conscientes de que todas esas palancas también tienen su punto de conexión con la manera de enfocar la cultura y hacer que nuestros equipos las entiendan e interioricen?

Por llevarlo a una realidad de negocio: ¿a que nos costaría imaginar que una empresa del sector industrial apueste por la sostenibilidad como valor de marca y, a su vez, den una imagen constante de gasto energético en sus centros corporativos de trabajo? ¿O que una empresa del sector financiero defienda el valor de la transparencia y, en sus protocolos de formación capaciten a sus agentes comerciales a ser transparentes con la información de los productos, pero sólo si los clientes se la piden? Evidentemente no basta con tener un propósito, hay que hacerlo tangible y accionar todos los procesos que hay detrás: pasar del porqué al cómo. Y para esto, es imprescindible partir desde los valores que tenemos como empresa.

La estrategia de negocio identifica a sus buyer persona, la estrategia cultural tiene que identificar a sus buyer employee.

Todas estas hipótesis nos llevaron a visualizar la cultura organizativa como si fuera el sistema nervioso central de una empresa, y que cómo tal hay que vigilar y controlar para reconocer su estado de salud y, de vez en cuando, tomar las decisiones adecuadas para mantenerlo enérgico y vital.

Es ahí donde nace el concepto de transcendent management, que no es más que una capacidad instalada en la compañía que nos permite visibilizar las decisiones y estrategias que llevamos a cabo y ‘pasarlas por el filtro’ de nuestra identidad, propósito y valores. ¡Por que la cultura tiene que mantenerse alineada siempre con el siguiente nivel que marca la estrategia!

En este sentido, la cultura tiene muchos elementos intangibles y no siempre es fácil ‘objetivar' todas las decisiones que tomamos al respecto para mantener ese estado de salud corporativo que necesitamos. Sin embargo, podemos simplificarlo si pensamos realmente cuáles son las acciones primarias que cualquier persona con capacidad de decisión tiene en su mano para llevar a cabo procesos de transformación: primero, pensar qué elementos debemos alinear o revisitar; luego, hacer que los equipos conecten con esos nuevos procesos de mejora y; finalmente, poner en marcha y accionar el cambio a través de procesos y experiencias concretas.

Pensar, conectar y evolucionar.

Esos son los tres pasos en un modelo de transcendencia corporativa, y cada uno de ellos evidentemente tiene unos mecanismos de acción para conseguir que el proceso tenga sentido. Es avanzar desde la reflexión hacia la acción, como cualquier proceso decisional, y como tal, estos mecanismos serán más tangibles a medida que el camino avanza.

Para mejorar la alineación entre cultura y estrategia, la reflexión tiene que venir desde los valores, para posteriormente conectar con las personas y concluir con la mejora o transformación de los procesos. Esto es fundamental para poder ir de los más identitario a lo más operativo en nuestras acciones de negocio.

‘Caminante, no hay camino, se hace camino al andar’ recitaba Machado. Nuestra idea es seguir haciendo camino poco a poco, compartiendo estas reflexiones para poder generar un ruta de pensamiento acerca de nuestra manera de entender ese concepto tan apasionante para nosotros como es la transcendencia y su vinculación a la cultura e identidad corporativas.

Hablaremos de marcas, de historias, de los valores que hay detrás de ellos, de empresas y ejemplos reales que transforman desde el propósito la manera de impactar e influir en la sociedad.

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