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¿Por qué verbalizar emociones difíciles NO es quejarse?

¿Por qué verbalizar emociones difíciles NO es quejarse?

¿Te quejas o verbalizas? Como expresar las emociones difíciles para avanzar y superar el sufrimiento.

NEV Coaching &Consulting

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Publicado el martes, 05 de marzo de 2019 a las 12:25

Muchos de nosotros hemos sido educados con la creencia de que “quejarse está mal”. El problema es que “quejarse” se define como casi cualquier expresión de sufrimiento, frustración, confusión etc, creando una barrera significativa que nos impide expresar de manera saludable nuestras emociones más desafiantes.

 

No las denomino emociones negativas, porque la ira, la tristeza, la frustración, la decepción, etc. no son negativas. Simplemente son emociones tan reales, auténticas, legítimas e importantes como la alegría, la gratitud o la generosidad.

 

Sin embargo, la presión por negar o ignorar por completo estas emociones, causa enormes desafíos para conseguir superarlas y seguir avanzando

 

En este post, exploraremos la diferencia entre “quejarse” y “verbalizar” y cómo la expresión saludable de la dificultad, en cambio, puede llevarte a grandes mejoras. Solo un inciso, aquí no vamos a considerar a aquellos que están pasando por un dolor o una tragedia terrible, para ellos se debe aplicar otro tipo de consideraciones y cuidados que no vamos a detallar aquí.

 

Entonces, ¿qué es quejarse?

Todos hemos pasado por la experiencia de escuchar a otros o incluso a nosotros mismos emitir una serie de quejas sobre nuestras vidas, las de otros, o incluso sobre nuestra sociedad o del mundo en general y hemos sentido la sensación de frustración e impotencia que puede traer consigo.

 

La respuesta habitual es atizar el fuego, aprobar e intensificar la frustración en cuestión o bien intentar aplacarla con “mensajes positivos” que a menudo caen en oídos sordos. En otras ocasiones ni siquiera sabemos cómo responder. Esto no quiere decir que estas respuestas sean incorrectas. A veces, genuinamente, incluso apasionadamente, simpatizamos. Otras veces queremos profundamente buscar esperanza y respuestas.

 

Pero, ¿cómo distinguimos una verbalización saludable de nuestras emociones más desafiantes de la noción de “quejarse” que la mayoría de nosotros hemos aprendido a rechazar?

 

Definimos la queja como “la expresión cerrada y repetitiva de la emoción y la culpa, sin una consideración hacia los demás o hacia soluciones potenciales”.

 

Vamos a analizarlo. Hay tres aspectos fundamentales acerca de quejarse que pueden ayudarte a reconocerlo:

  1. Culpa externa – la queja se enfoca en culpar a los demás con una clara falta de conciencia o reconocimiento de cómo uno puede contribuir a la situación o, al menos, superarla. No hay ninguna intención sentida o expresada de encontrar alivio, respuestas o mejorar de ninguna manera y muchas veces, el acto mismo de quejarse es un acto de absolución de la responsabilidad y la posibilidad de sentirse mejor. Incluso si uno se está culpando a sí mismo, nunca considera realmente lo que puede hacer al respecto. No significa que siempre tengamos responsabilidad o poder en una situación dada, pero la falta total de consideración para la otra perspectiva o cómo se puede contribuir a ella o mejorarla, es un elemento para ayudar a reconocerla.
  2. Impotencia – ya sean auténtica o decidida, los quejicas ignoran continuamente, o se absolven voluntariamente, de cualquier elección, habilidad o responsabilidad para mejorar sus circunstancias, al menos por ellos mismos, al no intentar ni las más mínimas opciones o cambios para mejorar. Algunos realmente no ven su capacidad para hacerlo, otros no quieren enfrentar la honestidad, el coraje y el esfuerzo que se requieren para lograrlo. Pero de cualquier manera, el efecto es que ESTE es esencialmente su problema del que quejarse y no para resolverlo.
  3. Repetición – este es quizás el fundamento de la queja más fácil de reconocer: el quejica continúa expresando las quejas habituales, una y otra vez, sin ninguna intención de cambiar… incluso hacia aceptar lo que no puede cambiar y, por lo tanto, aliviando su propio sufrimiento. Además, la misma repetición (a veces textual) de los mismos mensajes irreprensibles e indefensos, sirve como un alivio en sí mismo, a expensas de su paciente audiencia.

 

Y ¿cómo se reconoce la verbalización saludable de emociones difíciles?

Cada uno de nosotros seguiremos experimentando dificultades a lo largo de nuestras vidas. Esto es difícil de admitir, pero es una parte de la vida para TODOS. Durante estos momentos, es posible que necesitemos un oído compasivo o quizás incluso una guía en forma de consejos prudentes, directos o simples alternativas. Y esto es fundamental para mejorar.

 

Es cierto que a muchas personas todavía les resulta difícil escuchar activamente y a menudo no nos escucharán y se apresurarán a asumir suposiciones y opiniones no deseadas que en realidad no ayudan. A veces incluso te hacen sentir peor.

 

Pero es fundamental para todos entender cómo reconocer mejor estas situaciones importantes, donde verbalizar lo que es difícil es la clave para mejorar.

 

¿Cómo definimos la verbalización saludable de emociones desafiantes?

Para nosotros, es simplemente una “expresión sincera de dificultad con un deseo genuino de resolverla, o al menos, de superarla”.

 

Hay tres maneras para ayudarte a reconocerla:

  1. Sentirse sincero y perspicaz – si escuchas lo suficiente, advertirás que la persona está realmente preocupada y con un gran sufrimiento, incluso aunque no se trate de una situación grave. Están expresando fundamentalmente un dolor, en lugar de una necesidad recurrente de validación. Pueden estar confundidos, conmocionados, decepcionados, tristes, enojados, etc, pero su principal necesidad es decir en voz alta lo que les aflige, con la esperanza de que eso les brinde alivio, claridad y resolución.
  2. Responsabilidad personal – a menudo encontrarás que las personas que verbalizan de manera saludable, al menos de algún modo están considerando al otro, cuestionan su propia contribución, juegan con ideas y formas de mejorarlo o simplemente buscan claridad y opiniones. No quieren que esto continúe y también pueden estar buscando orientación, directa o indirectamente. A veces, si es apropiado, les pregunto si están interesadas en escuchar algunos comentarios y si les preguntas con delicadeza, muchas veces lo están. Otras veces, escucharles es suficiente, pero si profundizamos, a menudo podemos sentir la diferencia entre lo que se siente como una descarga sin sentido frente a una reflexión valiosa. En la mayoría de los casos, ellos mismos reconocerán las cosas que han aprendido, las formas en que han crecido o simplemente gratitud por que la frustración ha pasado, si ese es el caso.
  3. No ser incesante – los que necesitan verbalizar, por el deseo de resolver y aliviar su sufrimiento, no se ven obligados a repetir continuamente las mismas quejas. Si bien es absolutamente normal que ciertas circunstancias duraderas o especialmente impactantes vuelvan a entrar en la conversación, la sensación general es que la persona que las transmite lo hace por reconocimiento. No es un hábito continuo de usar la circunstancia para absolverse de la idea de que ellos pueden, eventualmente, avanzar. No estamos hablando de que la gente sea artificialmente positiva, de ningún modo. Más bien de un sentido genuino del deseo de aceptarlo, si superarlo es demasiado difícil.

 

Y ¿por qué es esto tan importante?

El primer paso para la recuperación es el reconocimiento. Esta no es mi regla, es lo que se ha demostrado una y otra vez, tanto en circunstancias personales como profesionales. El enorme poder de “expresarlo en voz alta”, más que nada para tus propios oídos, no tiene precio y está probado.

 

Sin embargo, nuestro miedo a “cargar” a los demás y ser innecesariamente “dramáticos” nos afecta a muchos de nosotros. Y el temor de que nombrar nuestro dolor le dará poder, nos mantiene esclavizados.

 

El viejo concepto de ser fuerte, siendo frío como una piedra, es falso. Ciertamente hay momentos en que es demasiado difícil o demasiado arriesgado enfrentar una emoción hasta que estamos listos para ello. El viaje emocional de cada persona es único. Pero con demasiada frecuencia, por el deseo de proteger a otros o a nosotros mismos, renunciamos a la necesaria catarsis y sabiduría de enfrentar lo que realmente sentimos y experimentamos.

 

Cuando renunciamos a esto, es solo una cuestión de tiempo hasta que los costes se acumulen. Síntomas de estrés, agotamiento, crisis, ansiedad crónica, depresión, enfermedades físicas, relaciones distantes, inspiración perdida y una desconexión general de nosotros mismos y de nuestras vidas.

 

Como dice muy bien Brene Brown, nuestro deseo de mantener las cosas seguras, controladas y perfectas, adormeciendo los sentimientos que se encuentran debajo, nos impide no solo sentir los golpes de la vida, sino también las cosas hermosas.

 

Y aunque todos sintamos a veces la necesidad de eso, como estrategia a largo plazo, me atrevería a decir que los costes superan los beneficios.

 

Entonces, ¿qué recomiendo?

Estas sencillas prácticas pueden parecer incómodas al principio, pero con el tiempo se vuelven un hábito e incluso necesarias.

  1. Habla contigo mismo  – puede que estés en la ducha, en el coche, dando un paseo, lo que sea, pero pregúntate “¿cómo estoy?”. En los momentos en que hay tiempo para pensar, aunque sean breves, verifica y expresa en voz alta lo que sientes. Puede que no surja mucho en ese momento, pero te capacitará para considerar y expresar las cosas de manera más regular.
  2. Crea tu Tribu y conecta  – tu Tribu la definimos como todos aquellos que verdaderamente y desinteresadamente, quieren que tengas éxito y seas feliz. Puede que no sean muchos y podrían incluir a tu cónyuge, familia, ciertos amigos y colegas, profesionales contratados, etc., pero identifica a las personas que son cariñosas, valientes y lo suficientemente honestas como para escucharte con paciencia, apoyarte genuinamente y ofrecerte comentarios efectivos. Eso puede ayudarte en momentos de dificultad o simplemente a transmitir tus inspiraciones e ideas.
  3. Consiéntete un apoyo profesional – es triste que en la sociedad actual todavía luchemos contra buscar activamente e invertir tranquilamente en terapeutas, coaches, acupunturistas, masajistas, etc. (cualquiera que esté dedicado a nuestro bienestar emocional y holístico) mientras que no tenemos ningún problema en acudir a médicos, dentistas, entrenadores, contables, etc. De alguna manera, la idea de querer, ¡no solo de necesitar! – pero querer una visión específica y experta sobre nuestras necesidades y objetivos emocionales y espirituales, se siente como una debilidad. Todo lo que puedo decir es que las grandes multinacionales contratan coaches no para empleados con problemas, sino para sus empleados de alto rendimiento, porque durante mucho tiempo se ha reconocido el increíble valor de reforzar el potencial positivo, en todas sus formas y los increíbles resultados que esto ofrece. Si bien puedes cuestionar si vale la pena tu tiempo y tu dinero, o incluso si merece la pena la inversión en TI, simplemente considera que renovar tu casa sin la ayuda de un experto probablemente te costará más tiempo, dinero, energía, facilidad y seguridad que la contratación de profesionales expertos. Bueno, pues esto es lo mismo.
  4. Aléjate del estrés diario – es muy muy difícil esperar revelación mientras atraviesas las tensiones diarias de la vida y las obligaciones personales y profesionales. Crear espacio, alejarse, incluso de la manera más sencilla y económica, incluso brevemente, tiene un impacto positivo increíble. DEJA DE HACER Y EMPIEZA A “SER”, incluso con pequeños y sencillos indultos en tu rutina empezarán a llegar las realizaciones.

 

Siempre estamos encantados de saber de ti, aprender y compartir tus experiencias y conocimientos únicos, por lo que nunca dudes en contactarnos.

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